viernes, 9 de septiembre de 2016

El pacto.

reservo de mi mundo un lugar que te pertenece.
Un espacio reducido, mínimo, imperceptible para otros.
No puedo darte una sala de estar ni un living ni una cocina en la que hagas lo que quieras y llenes de humo mis días.
no eso no.
perdoname, pero no puede ser.
Un reducto, un hueco, unos centímetros robados al olvido para que te quedes a dormir y a vivir.
voy a ir a verte cada noche, como hago ahora. pero ahí, a tu lugar, delimitado con una cinta de cuidado y de advertencias de todo tipo. No quiero que suceda que dormida cruce la raya y aparezca en tu cama otra vez.
eso no puede pasar.
Voy a ir hasta la orilla de tu espacio intentando no mojarme los pies cuando sacudas el polvo y el tiempo. voy a mirarte desde atrás de la soga, voy a respetar como nunca antes el borde de tu boca. la mueca de tus labios, las pestañas eternas que cierran y abren el mundo a su antojo. 
vouyerista de tu alma, intacta al otro lado de lo que siempre fue ajeno. 
voy a dejar que me habites solo en ese espacio, tenes que quedarte ahí quietita. prometelo. juramelo.
si vos haces ese esfuerzo yo te juro que no estiro la mano para tocarte ni te sueño entre mis brazos, ni te nombro. ni siquiera con la mente. hagamos ese pacto.
necesito que seas ese recuerdito que no hace ruido cada día, que no irrumpe bailando cuando estoy mirando una película, que no derrama el te en mi mesa, que no invita a mis dudas a comer ni duerme cada noche entre mis sabanas. 

juiciosa. calladita. sin moverte del refugio que te arme contra las ganas de mi voluntad quebrada.

No hay comentarios: